Los negocios de compraventa de oro se han duplicado en 2 años

«Esto es un bum, como en su día fueron los videoclubes, que se abrían por todas partes», comenta el encargado de un negocio en Vigo. Es un caso prototípico: un taller de joyería que ha dado un paso al frente y, desde hace menos de un año, se dedica también a la compra de oro al peso a particulares. El recrudecimiento de la crisis juega a favor de esta explosión por un lado alimenta el incesante crecimiento del precio del metal precioso (valor refugio en tiempos de dificultades) y, por otro, aprieta el cinturón de los clientes potenciales, cada día más proclives a deshacerse de un valioso recuerdo a cambio de dinero en efectivo.

Si el volumen de negocio hubiera evolucionado en proporción a la apertura de negocios, el volumen de compraventas se habrían duplicado en los dos últimos años, aunque no todos los observadores del sector se atreven a echar esa cuenta. Quienes regentan los establecimientos más veteranos sostienen que el mercado ya está saturado y que el crecimiento se ha estancado. Opinan que la fiebre desaparecerá con la misma intensidad con la que llegó y que, en cuanto el negocio baje, la mayoría de los establecimientos cerrarán: «Y quedaremos los de siempre. Ya pasó en el 82», confirma un industrial con 30 años de experiencia.

Sin embargo, la cotización del oro marca máximos semana tras semana e incrementa el volumen de negocio, generando más ganancias para todos: los que venden y los que compran. De modo que el fenómeno, de momento, sigue engordando. «A final de mes es cuando más gente acude», explica la responsable de un establecimiento en el centro de A Coruña. Hace tres meses que abrió. «Mi padre tiene uno en Madrid, allí hay mucho negocio. Y como yo vivo aquí, nos ayudó a abrir este».

Frente a la compraventa de oro, reverdece también la actividad del monte de piedad. En Galicia solo lo mantiene Caixanova, pero el incremento de operaciones ha llevado a la entidad bancaria a trasladar la sede para hacerla más accesible y operativa. Solo durante el 2009, el montepío de Caixanova cerró transacciones por un valor superior al millón y medio de euros, pequeños créditos concedidos a cuenta de una joya que permanece empeñada durante un período de tiempo no superior a tres años. El año pasado, la entidad efectuó 3.428 operaciones nuevas, casi diez al día, frente a a las 2.783 que se cancelaron.

En el montepío gallego ya no se atreven a dar un perfil de sus clientes: «Las cosas se han complicado de tal modo que acuden personas de toda edad y poder adquisitivo».